Lo audaz de "Avatar" es plantear el paraíso


"Se ha criticado el filme de James Cameron por racista, porque el salvador llega de afuera y no es un aborigen. Pero lo que se rechaza es la idea misma de héroe. Quienes sospechan de la convención del final feliz, suponen que uno infeliz es más inteligente, dice el autor.

Por: Pablo De Santis"

Uno de los posibles orígenes de la ciencia ficción es la sátira. Micromegas, de Voltaire o Viaje a la luna, de Cyrano de Bergerac desdeñan la cosmogonía: están menos atentos a las lejanas estrellas que a los vicios de los hombres. La sátira busca los viajes espaciales como antes y después buscó islas desconocidas o países lejanos: o bien toma la mirada de un observador ajeno para juzgar la propia sociedad, o bien proyecta, en un espacio imaginario, los problemas del presente. Pero así como de un viejo sueño recordamos las imágenes, y no los hechos que le dieron origen, así la literatura deja caer como cáscara vacía la intención irónica y quedan las imágenes: la escena de Gulliver atado por los liliputienses permanece en nuestra memoria, no la intención política de Swift.

Esta capacidad de hablar metafóricamente del presente quedó alojada en el corazón de la ciencia ficción. Sus mejores autores (Philip Dick, James Ballard, Ray Bradbury) no presentan mundos absolutamente ajenos en el tiempo o en el espacio, sino que se permiten hablar del presente y de sus posibilidades. En el cine ocurre lo mismo. Aún una película floja como Identidad sustituta (a mí me gustó, pero creo que fui el único) nos habla de los simulacros que nos rodean, y de la diaria huida, por miedo o conformismo, de la vida auténtica. (Identidad sustituta es la inversión de Avatar. En aquella, la mayoría de los habitantes de una ciudad dejan que unos autómatas, más jóvenes y agraciados, vivan por ellos, que los controlan sin salir de sus casas. Es decir, toman un cuerpo ajeno para cumplir con una general falsificación de la vida. En Avatar, en cambio, el héroe toma una identidad sustituta para alcanzar la verdad).

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